Notas de silla de tatuar.
Como hacer entender que el arte no se regatea. recuerdo el día en que al estudio llego un cliente con ganas de hacerse un tatuaje, el diseño que él había escogido tenía un costo superior a su presupuesto, yo me encontraba ocupado, y el insistía en querer hablar con migo y así, lograr un mejor precio, fue tanta su insistencia que al fin lo atendí.: -“Fabiancho como me va a cobrar eso, si yo soy cliente, además usted me hizo un piercing y a mi, me toco quitármelo”- Como él quería negociar en esos términos yo preferí alejarme, y él al no tener éxito prefirió cambiar el diseño. Por fin empezamos a trabajar y como la curiosidad mato al gato, pregunte por que se quitó el piercing y el sin darse cuenta respondió, estaba con un amigo y lo rasgue, yo me quede mirándolo y el abrió sus ojos, automáticamente me rebobine y recordé que el se había hecho un piercing erótico, meses atrás; ,él se dio cuenta que la había embarrado y empezó a intentar mejorar su imagen, contaba historias con mujeres, manejo de armas y peleas cinematográficas, experiencias fantásticas, hasta el punto de ser un criminal, como el dijo –“un fletero”-. yo en silencio lo escuchaba y ocasionalmente lo alentaba a seguir con su historia , lo cierto es que el daño ya estaba hecho, su imagen estaba por el piso y su amigo rasgado.
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